El trastorno del espectro autista (TEA) es una condición neurológica caracterizado por el deterioro social y de la comunicación, así como patrones repetitivos y estereotipados, e intereses restringidos. De acuerdo a los estudios, parece ser que los TEA se vuelven clínicamente evidentes después de un período de desarrollo relativamente normal. Se describen 2 clases de TEA, el de inicio temprano y el de inicio tardío.
Los niños que van a desarrollar TEA tienen un desarrollo normal a los 6 meses y los primeros signos de TAE son alteraciones del desarrollo muy sutiles y no específicos para autismo, tanto para el de inicio temprano o de inicio tardío.
Las herramientas estándar que utilizamos para evaluar el desarrollo de los niños no permiten identificar a los niños que tendrán autismo en una etapa posterior.
La observación de la trayectoria del desarrollo en diferentes áreas, motora, cognitiva, social, lenguaje, en los primeros 3 años de vida del niño con o sin autismo podrían dar conocimientos sobre la vulnerabilidad del cerebro en desarrollo a los diferentes efectos de factores genéticos, epigenéticos y ambientales en los niños con TEA.
Parece ser que a los 24 meses se cierra la brecha entre los casos de TEA temprano y TEA tardío, podríamos decir que simplemente, que "hay diferentes caminos para el desarrollo de TEA". Los niños que manifiestan síntomas antes de su primer cumpleaños, tienen mayor deterioro (lenguaje expresivo y funcionamiento social, etc)) a los 14 meses que los niños que tienen manifestaciones de TEA posteriormente.
Por otro lado, los niños con TEA de inicio tardío tienen algunos signos de retraso del desarrollo a los 14 meses, pero éstos signos no son específicos para TEA e incluyen más retrasos de tipo motor y de comunicación. Sin embargo, ambos grupos son comparables en sus características sociales y de desarrollo.
Algunos pediatras, porque sería como jurar en vano que todos, realizan el escrutinio para autismo alrededor de los 18 meses, según lo recomienda la Academia Americana de Pediatría, pero generalmente no continúan realizándolo, cuando debería de hacerse y repetirse a través de los años de la primaria infancia.
Otros niños en situación de riesgo para TEA, incluyen los bebés prematuros y tendrían que ser seguidos de manera similar.
Hay algunos signos pre-clínicos de TEA, pero en cierto modo, no importa, porque si sabemos que un niño tiene un retraso por muy leve en el plano cognitivo, motor o en la esfera de lo social y de la comunicación, será necesario realizar una intervención temprana.
Se puede concluir que los TEA tiene una fase pre-clínica de duración variable. Hay un período del desarrollo razonablemente saludable seguido por una divergencia progresiva de desarrollo atípico en los primeros 3 años de vida. Esta divergencia evolutiva afecta especialmente al lenguaje y el desarrollo social particularmente entre los 14 y 24 meses de edad.
Los expertos recomiendan un escrutinio del desarrollo en las visitas al consultorio, comenzando al año de edad y continuar a intervalos regulares durante los años pre-escolares. Aquellos niños con alguna señal de desarrollo atípico deberán de ser referidos para una evaluación del desarrollo y de intervención temprana.
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