Los niños necesitan comer más vegetales, incrementar la
cantidad de alimentos ricos en agua como los vegetales pueden llevar a reducir
la densidad energética y llevar a un menor consumo energía, si se aumenta el consumo de vegetales. Un estudio reciente mostró que una
cantidad substancial de purés de vegetales podrían ser incorporados en las
comidas sin que los niños pequeños lo noten.
Cuando los niños comen grandes porciones de alimentos, ellos
comen más y este efecto persiste durante un buen tiempo. Los alimentos con alto
contenido energético contienen demasiadas calorías en una pequeña cantidad de
porción, por lo tanto, las grandes porciones de alimentos con alta densidad
energética deberían ser limitados.
El tamaño de la porción tiene un efecto robusto en la
cantidad de alimento que se come y este efecto se puede utilizar para aumentar
la cantidad de alimentos saludables. En un estudio de niños pre-escolares a los
cuales se les dieron vegetales de los más populares como las zanahorias y la sopa de tomate
al principio de la comida, se observó que los niños consumieron mayor cantidad de vegetales que cuando se les sirven porciones pequeñas. De tal
forma que servir grandes porciones de alimentos con baja densidad energética es
una simple estrategia para incrementar el consumo de vegetales, especialmente
cuando se sirven al inicio de una comida.
Para ayudar a los niños a consumir las adecuadas porciones
de los diferentes grupos de alimentos, es buena alternativa usar las
recomendaciones de “Mi Plato”. Mi plato sugiere que la mitad del plato se llene
de vegetales y frutas, un cuarto de la otra mitad se sirva las proteínas y el
resto del plato se le agregue los granos o cereales. También se recomienda que la mitad de
los granos sean en sus versiones integrales.
La variedad es otro factor que puede ser usado
estratégicamente para aumentar el consumo de alimentos de baja densidad
energética. En un estudio, cuando una gran variedad de alimentos de baja
densidad energética que incluían frutas, zanahorias y yogur bajo en grasa, los
niños incrementaron el consumo de esos alimentos que cuando solamente se les
ofrecía uno de ellos. A los niños se les
debería de ofrecer una amplia variedad de alimentos de baja densidad
energética, como las frutas y las verduras y menos alimentos de alta densidad
energética
El consumo de bebidas azucaradas ha sido ligado a ganancia
excesiva de peso y menor consumo de alimentos saludables en niños. Se sugiere
que el agua debería de ser la bebida primaria tanto para niños y adultos. Los
niños deberían de minimizar el consumo de refrescos y jugos de frutas,
limitando el jugo 100% de fruta a una porción al día y de leche baja en grasa
en lugar de la leche entera sobre todo a partir de los 2 años.
La cena es una oportunidad única para que los padres sean
modelos positivos y coman alimentos saludables con sus hijos. Hacer también más comidas
en familia y limitar las comidas fuera de casa, es una buena estrategia para aumentar el consumo de alimentos saludables. Además es más probable que los
niños coman alimento saludables cuando se les involucra en la preparación de la
comida. Esto puede comenzar desde la compra de los comestibles y permitir que
el niño escoja entre 2 opciones saludables. También pueden ser involucrados en
la cocina, ayudando en la preparación de la comida o sirviendo la mesa.
El balance de energía de muchos niños está influenciado no
solamente por lo que comen sino por su nivel de actividad. El exceso de tiempo
frente a pantallas (actividad sedentaria) hace que el equilibrio del balance de
energía sea más difícil. Tener la televisión en el dormitorio de los niños se
ha visto que se ha asociado con mayor tiempo frente a pantallas. Además, esto
se asocia con menor cantidad de sueño y de actividad física y mayor prevalencia
de sobrepeso en los niños.
Los niños y los padres deben de realizar cambios en su hogar
y en el ambiente escolar. Si los padres remueven la TV de los dormitorios, los
niños dormirán más y se levantarán con tiempo para desayunar, un desayuno
sencillo como leche, cereal y fruta, que provee suficiente cantidad de
nutrientes para iniciar el día. Las madres deben de preparar el almuerzo que
comerán a la hora del recreo y que puede consistir en un sándwich de pan
integral, jamón de pavo o queso bajo en grasa con lechuga y tomate u otra
verdura, esto evitaría consumir alimentos de alta densidad energética y de
bebidas azucaradas.
El tiempo de refrigerio o merienda en una buena oportunidad
para ofrecer alimentos saludables cuando los niños tienen hambre, entre un tiempo de comida y otro.
Después de un día largo de trabajo los niños deben de ayudar
a sus madres a preparar una rápida pero saludable cena. Servir una pasta
integral con salsa de tomate y otras verduras en puré para ofrecer una buena
cantidad de alimentos de baja densidad energética e incrementar el consumo de
verduras. Se puede servir además una sopa o ensalada que también son de baja
densidad energética y una fruta de postre. Agua o leche baja en grasa puede ser
servida en lugar de refresco o jugos de frutas.
Los niños con obesidad y sus padres deben de tener
seguimiento semanal o mensual dependiendo de cada caso con el pediatra
para avalar los cambios realizados en su manera de alimentarse y de ser activos y
reflejarlo en las medidas de índice de masa corporal. Generalmente es muy
factible ver mejoría en el peso por disminución de la proporción de masa grasa,
en algunos casos sobre todo cuando hay obesidad importante cuando menos hay
detención de la ganancia de peso o disminución en la velocidad de ganar peso y
en otros pocos casos continúa la tendencia a ganar más peso.
La prevención de la obesidad puede ser desde muy temprano en
la vida. Factores tales con el IMC (índice de masa corporal) de la madre antes del embarazo y su
alimentación durante el embarazo, puede afectar el riesgo de obesidad y puede
influenciar las preferencias de alimentos del niño en una etapa posterior de la
vida. La alimentación al seno materno ha demostrado tener un papel protector en
el desarrollo de obesidad, y por ese motivo las madres deberían de alimentar
con leche materna a sus bebés durante los primeros 4 a 6 meses de vida y
prolongarla cuando menos hasta los 12 meses.
Los niños en forma innata disfrutan de los alimentos densos
en energía, de los alimentos dulces y rápidamente exhiben el gusto por lo
salado, sin embargo, hay que enseñarlos a que disfruten alimentos con sabores
más complejos como las verduras. Es mejor introducir alimentos saludables desde
muy pequeños, ya que los nuevos alimentos son mejor aceptados por los niños de
2 a 4 años que los niños de de 4 a 8 años. La repetida exposición a los
alimentos hará que los acepten, aunque para ello se necesita que los padres o
cuidadores sean buenos modelos para ellos. Si usted disfruta de los alimentos
saludables y de hacer ejercicio, sin duda que ellos lo notan y aprenden.
La alimentación saludable para niños puede ser alcanzada con
pequeñas estrategias básicas. Permitir elegir a los niños alimentos de baja
densidad energética para satisfacer su apetito pero con menos calorías. El agregar
vegetales reduce la densidad energética de las comidas y reduce el consumo energético total. El aumento en el consumo de alimentos saludables puede ser
alcanzado sirviendo una gran variedad e incluso en mayor cantidad, sobre todo
cuando no compiten con alimentos de alta densidad energética. Prevenir la
obesidad puede ser más sencillo que tratarla y hay que empezar lo más temprano
posible. A los padres se les debería de informar de los beneficios de la leche
materna, la repetida exposición a alimentos saludables y a que ellos sean
modelos de una alimentación sana y de ser físicamente activos en la vida
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