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martes, 17 de septiembre de 2013

Guía para una buena nutrición que promueva salud y manejo del peso del niño. 2°parte.

Los niños necesitan comer más vegetales, incrementar la cantidad de alimentos ricos en agua como los vegetales pueden llevar a reducir la densidad energética y llevar a un menor consumo energía, si se aumenta el consumo de vegetales. Un estudio reciente mostró que una cantidad substancial de purés de vegetales podrían ser incorporados en las comidas sin que los niños pequeños lo noten.
Cuando los niños comen grandes porciones de alimentos, ellos comen más y este efecto persiste durante un buen tiempo. Los alimentos con alto contenido energético contienen demasiadas calorías en una pequeña cantidad de porción, por lo tanto, las grandes porciones de alimentos con alta densidad energética deberían ser limitados.
El tamaño de la porción tiene un efecto robusto en la cantidad de alimento que se come y este efecto se puede utilizar para aumentar la cantidad de alimentos saludables. En un estudio de niños pre-escolares a los cuales se les dieron vegetales de los más populares como las zanahorias y la sopa de tomate al principio de la comida, se observó que los niños consumieron mayor cantidad de vegetales que cuando se les sirven porciones pequeñas. De tal forma que servir grandes porciones de alimentos con baja densidad energética es una simple estrategia para incrementar el consumo de vegetales, especialmente cuando se sirven al inicio de una comida.
Para ayudar a los niños a consumir las adecuadas porciones de los diferentes grupos de alimentos, es buena alternativa usar las recomendaciones de “Mi Plato”. Mi plato sugiere que la mitad del plato se llene de vegetales y frutas, un cuarto de la otra mitad se sirva las proteínas y el resto del plato se le agregue los granos o cereales. También se recomienda que la mitad de los granos sean en sus versiones integrales.

La variedad es otro factor que puede ser usado estratégicamente para aumentar el consumo de alimentos de baja densidad energética. En un estudio, cuando una gran variedad de alimentos de baja densidad energética que incluían frutas, zanahorias y yogur bajo en grasa, los niños incrementaron el consumo de esos alimentos que cuando solamente se les ofrecía uno de ellos.  A los niños se les debería de ofrecer una amplia variedad de alimentos de baja densidad energética, como las frutas y las verduras y menos alimentos de alta densidad energética
El consumo de bebidas azucaradas ha sido ligado a ganancia excesiva de peso y menor consumo de alimentos saludables en niños. Se sugiere que el agua debería de ser la bebida primaria tanto para niños y adultos. Los niños deberían de minimizar el consumo de refrescos y jugos de frutas, limitando el jugo 100% de fruta a una porción al día y de leche baja en grasa en lugar de la leche entera sobre todo a partir de los 2 años.
La cena es una oportunidad única para que los padres sean modelos positivos y coman alimentos saludables con sus hijos. Hacer también más comidas en familia y limitar las comidas fuera de casa, es una buena estrategia para aumentar el consumo de alimentos saludables. Además es más probable que los niños coman alimento saludables cuando se les involucra en la preparación de la comida. Esto puede comenzar desde la compra de los comestibles y permitir que el niño escoja entre 2 opciones saludables. También pueden ser involucrados en la cocina, ayudando en la preparación de la comida o sirviendo la mesa.
El balance de energía de muchos niños está influenciado no solamente por lo que comen sino por su nivel de actividad. El exceso de tiempo frente a pantallas (actividad sedentaria) hace que el equilibrio del balance de energía sea más difícil. Tener la televisión en el dormitorio de los niños se ha visto que se ha asociado con mayor tiempo frente a pantallas. Además, esto se asocia con menor cantidad de sueño y de actividad física y mayor prevalencia de sobrepeso en los niños.

Los niños y los padres deben de realizar cambios en su hogar y en el ambiente escolar. Si los padres remueven la TV de los dormitorios, los niños dormirán más y se levantarán con tiempo para desayunar, un desayuno sencillo como leche, cereal y fruta, que provee suficiente cantidad de nutrientes para iniciar el día. Las madres deben de preparar el almuerzo que comerán a la hora del recreo y que puede consistir en un sándwich de pan integral, jamón de pavo o queso bajo en grasa con lechuga y tomate u otra verdura, esto evitaría consumir alimentos de alta densidad energética y de bebidas azucaradas.
El tiempo de refrigerio o merienda en una buena oportunidad para ofrecer alimentos saludables cuando los niños tienen hambre, entre un tiempo de comida y otro.
Después de un día largo de trabajo los niños deben de ayudar a sus madres a preparar una rápida pero saludable cena. Servir una pasta integral con salsa de tomate y otras verduras en puré para ofrecer una buena cantidad de alimentos de baja densidad energética e incrementar el consumo de verduras. Se puede servir además una sopa o ensalada que también son de baja densidad energética y una fruta de postre. Agua o leche baja en grasa puede ser servida en lugar de refresco o jugos de frutas.
Los niños con obesidad y sus padres deben de tener seguimiento semanal o mensual dependiendo de cada caso con el pediatra para avalar los cambios realizados en su manera de alimentarse y de ser activos y reflejarlo en las medidas de índice de masa corporal. Generalmente es muy factible ver mejoría en el peso por disminución de la proporción de masa grasa, en algunos casos sobre todo cuando hay obesidad importante cuando menos hay detención de la ganancia de peso o disminución en la velocidad de ganar peso y en otros pocos casos continúa la tendencia a ganar más peso.
La prevención de la obesidad puede ser desde muy temprano en la vida. Factores tales con el IMC (índice de masa corporal) de la madre antes del embarazo y su alimentación durante el embarazo, puede afectar el riesgo de obesidad y puede influenciar las preferencias de alimentos del niño en una etapa posterior de la vida. La alimentación al seno materno ha demostrado tener un papel protector en el desarrollo de obesidad, y por ese motivo las madres deberían de alimentar con leche materna a sus bebés durante los primeros 4 a 6 meses de vida y prolongarla cuando menos hasta los 12 meses.
Los niños en forma innata disfrutan de los alimentos densos en energía, de los alimentos dulces y rápidamente exhiben el gusto por lo salado, sin embargo, hay que enseñarlos a que disfruten alimentos con sabores más complejos como las verduras. Es mejor introducir alimentos saludables desde muy pequeños, ya que los nuevos alimentos son mejor aceptados por los niños de 2 a 4 años que los niños de de 4 a 8 años. La repetida exposición a los alimentos hará que los acepten, aunque para ello se necesita que los padres o cuidadores sean buenos modelos para ellos. Si usted disfruta de los alimentos saludables y de hacer ejercicio, sin duda que ellos lo notan y aprenden.
La alimentación saludable para niños puede ser alcanzada con pequeñas estrategias básicas. Permitir elegir a los niños alimentos de baja densidad energética para satisfacer su apetito pero con menos calorías. El agregar vegetales reduce la densidad energética de las comidas y reduce el consumo energético total. El aumento en el consumo de alimentos saludables puede ser alcanzado sirviendo una gran variedad e incluso en mayor cantidad, sobre todo cuando no compiten con alimentos de alta densidad energética. Prevenir la obesidad puede ser más sencillo que tratarla y hay que empezar lo más temprano posible. A los padres se les debería de informar de los beneficios de la leche materna, la repetida exposición a alimentos saludables y a que ellos sean modelos de una alimentación sana y de ser físicamente activos en la vida



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